Saturday, September 29, 2007


La locura lo cura...ese el titulo del ulimo libro que he leído de Guillermo Borja. El autor propone una actitud auténtica frente al paciente, una actitud abierta y sincera de confianza, en la cual exista un espacio para expresar las sentimientos que sucedan en el instante. “SI un paciente es feo lo primero que hago es decirle la verdad, que es más feo que pegar a un padre y que si luego quiere trabajar a partir de ahi, trabajamos...que no le voy a decir qu ela belleza está en el interior” comentaba el autor.

Guillermo habla desde el fondo de sus propias vísceras y su capacidad comunicativa es nítida y sencilla. Escuchando sus palabras sentía ese deseo de yo mismo volverme loco y permitirme expresasr todas aquellas cosas que siempre quise decir pero que se quedaron en algún punto entre el estómago y la boca. Todos los enfados no expresados, todos lo deseos reprimidos, todos lo comentarios que a mi parecer eran irónicos, o hirientes...todos eso han rondado por mi cabeza. Yo he sido capaz de cortar cabezas a muchas figuras autoritarias, pero nunca en su cara, siempre en el corrillo, con mordaz y afilada lengua viperina. He criticado duramente sin plantarme delante de la persona en cuestión.

Seamos locos, gritemos si es nuestra necesidad, insultemos, acerquémonos, espontaneamente sin pedir permiso arraquenmos un beso una sonrisa, un cachete sin preguntar,...que sea el otro el que ponga los límites...los nuestros terminan hasta donde terminana nuestros deseos, que sea el otro el que determine donde están los suyos.

Que sea nuestra actitud auténtica como la de los niños..quiero, necesito, me apetece...me pareces, ...si el mundo gira en torno a nuestro yo no seremos narcisistas sino egoístas, pero respetando que el resto de los mundos giran en torno a los otros yoes que convien y se encuentrar con nosotros. Aceptemos ese giro, vivamos en un presente más conectado y limpio. Yo soy el que soy y siento lo que siento, si te molestó lo que te dije no fue mi intención, y si fue mi intención es porque estaba cabreado y era mi objetivo enfadarte, ¿y?...Una vez aclarado no queda lugar a duda para la interpretación. La interpretación viene de la mente, y en la mente de cada uno viven universos diferentes. Lo que uno vive como una agresión para otro es una broma. Así que manifestémonos, seamos sinceros. “esto que me has dicho me ha dolido por esto y por lo otro”. No esperemos a que nos lean, a que nos entiendan, adelantémonos y digamos que nos pasa por las tripas.

¿Es eso estar loco? Si es así, bendita locura esa. Decir y expresar con esa claridad es una bandición que le ha sido otorgada a los niños, a los ancianos decrepitos y a los locos. Seamos locos, dejemos que fluyan las emociones, sin que pasen por el filtro de la mente. Y si luego hay que pedir disculpas siempre habrá tiempo. Somos seres racionales y tenemos la capacidad de entender situaciones y podemos empatizar y comprender que uno estaba en estado iracundo y que para esa persona era lícito estar así. No nos limitemos a nuestra concepción de las cosas “ es que yo jamás habría actuado así”, tal vez porque nunca te atreviste, tal vez porque te dio miedo, o simplemente porque lo repudiabas. Eso puede deberse a que lo asocias con alguien que conocías y te marcó de una manera determinada, pero no juzguemos a los demás porque se dejen llevar por su emomciones. Entendamos que cada uno tiene derecho a estar enfadado, a estar rabioso, excesivamente amoroso, empalagoso, iracundo, relajado...Nosotros vemos la película desde nuestra propia panorámica, nunca se acercará a como la vive el otro. Concedamos el beneficio de la duda. Aprendamos a convivir en un mundo de locos, donde cada cual tiene la libertad de manifestarse en su propia locura.

Thursday, September 20, 2007

sanar de alguna manera

son las tres y media y yo aqui hablando de sanar...si en el fondo estoy como una regadera.

Bueno, bromas a parte, me propongo crear este espacio para mi y para aquellos que quieran seguirme en mi propio camino hacia la sanación. Y no es que este enfermo, ni que me ocurra nada malo. Cuando hablo de sanar, me refiero a reestablecer lo natural en mi día a día. A lo largo de nuestra vida, especialmente en la etapa termprana sufrimos heridas emocionales muy duras. Muchas veces casi irreparables. Nos pasamos el resto de nuestros días arrastrando un dolor que nosotros mismos hemos olvidado o simplemente no sabemos de dónde procede.

Esa herida, esa fuente de dolor, que no tiene por qué ser una experiencia traumática necesariamente, nos marca nuestro carácter, y como consecuencia nuestro destino. Eso implica nuestras experiencias en la vida, nuestro posicionamiento, nuestro estar, el cómo queremos, y cómo nos hacemos querer. La búsqueda loca del amor, aquel que en la tierna infancia perdimos de vista por un momento y nos causó una herida irreparable.

Cuando nos hacemos mayores hacemos borrón y cuenta nueva, pero otros fracasos, otras heridas, se van sumando. Unos se acobardan y cada vez les da mas miedo abrirse, confiar, volver a querer a corazón abierto. Otros optan por ser ellos los que hacen sufrir y eligen un buen ataque como mejor defensa. Sea como fuere, al final terminamos creando una máscara que evita entrar en contacto con el dolor.

El proceso de sanación de una persona adulta conlleva, primero averiguar cómo se produjo la herida. Hay que ver DÓNDE duele. Y despues de haberlo identificado darnos cuenta CÓMO nos duele y de qué manera aún nos duele. Cuando uno entra en contacto con el dolor empieza a entrar en contacto con la conciencia de sentirlo, y lo hace suyo. Ese es el primer paso.

Hoy simplemente quiero darte la bienvenida a ti por estar por aquí, por acompañarme. Para mí escribir esto es una forma de seguir en contacto conmigo, con mi proceso y, como no, también es una forma de estar contigo indirectamente.

Javier Marin.